Thursday, 15 August 2013

Por que dan miedo los pediatras?



Estoy en Rumanía, con Amani y mi familia. Había esperado estos tiempos para poder escribir mas, compartir mis pensamientos y ser parte activa del cambio. Tiempo no tengo mas con tanta gente que quiero ver y tantos lugares que visitar, pero mis pensamientos se han juntado desde meses ya en mi cabeza y necesito sacarlos de ahí. Desde que soy madre y miembra de varios grupos de madres chilenos y rumanos me sigo encontrando con un tema importantisimo: los pediatras – como los elegimos, como nos presentamos frente ellos, como ponemos en practica sus consejos y recomendaciones.
Lo que mas me ha sorprendido fue percibir el miedo de las madres a la hora de ir al pediatra. Miedo de que este no apoya la lactancia exclusiva y a libre demanda, miedo de ser juzgada por su manera de criar y alimentar a su hijo o hija, miedo por el veredicto “eres mala madre!” o “tu que sabes?” cuando nos atrevimos contradecir y discutir, miedo por tener que enfrentar no solo al pediatra pero también a la familia cercana cuando a veces nos empecinamos en seguir nuestro instinto y no una recomendación.
Al principio me indignaba y me enfurecía con las madres mismas, con los pediatras y los médicos, con los familiares que se meten demasiado. Después me di cuenta que mi rabia no sirve. No me sirve, no les sirve. Así que empece a buscar respuestas al “por que pasa esto?”. Luego, “como puedo ayudar yo?” “como puedo cambiar la situación?” “que hay que hacer?”. Con calma, sin rabia. Con confianza en que si encuentro respuestas a todas estas preguntas tal vez alguien podrá beneficiar, aunque sea una sola persona, aunque sea solo yo esta persona...

Y por todas las vueltas que le he dado a este tema, vuelvo siempre en el mismo lugar: Información. Responsabilidad. Asumir. Activarse. Salir de la pasividad.
Esta todo conectado. Nuestra manera de vivir, nuestra filosofía de vida, nuestras creencias mas profundas. Todo esto esta estrechamente conectado con la salud de nuestros hijos y con nuestra actitud frente a la (posible) enfermedad y frente a la persona que nos debería apoyar y ayudar – el pediatra.
En nuestra cultura, que sea ella chilena o rumana, el pediatra (y en general los médicos, pero el pediatra en particular porque el tiene en sus manos lo mas importante para nosotras, madres: la salud, la sobre-vivencia de nuestros hijos) es un dios. Un dios que sabe todo, que tiene respuestas a todas nuestras preguntas, que raramente se equivoca, que tiene derecho a opinar no solamente sobre la salud fisica de nuestros hijos (si no le das este tratamiento/vacuna/alimento se te va a enfermar), si no también sobre su desarollo emocional (lactancia después del año/el colecho lo hace dependente), sobre nuestra vida sexual (hacer colecho daña a la vida de pareja, van a llegar a divorcio si no sacan el bebe de su cama), sobre nuestras habilidades de nutrir a nuestros bebes (tu leche es mala y aguada) y sobre tantos otros asuntos que están relacionados con el bienestar de nuestros bebes.
Me doy cuenta, a pesar de que este no sea mi caso, que la influencia, el poder y las opiniones de un pediatra juegan un rol importante en nuestras vidas de madres y mujeres. Tal vez demasiado importante.
Como han llegado los pediatras/médicos a tener este poder inmenso  Entre tantas respuestas posibles, quiero destacar solo una:
Porque nosotros les damos este poder. En el caso particular de los pediatras es muy interesante la dinámica de la relación desarrollada  vamos al pediatra cuando recién parimos, mujeres jóvenes  pasando por un periodo tan complejo de nuestras vidas con un ser humano tan vulnerable en nuestros brazos, listas para cualquier cosa para proteger su vida, para tenerlo a salvo de todo peligro. Nos gustaría ser las madres perfectas, ser capaces de atender a nuestro bebe cada segundo de la mejor manera... se nos enferma y corremos al Salvador. El que tiene en sus manos la salud del ser mas querido en el mundo. Nosotras no sabemos ni como se le puede bajar la fiebre, ni como hacer que deje de llorar por horas, ni como aliviar su dolor de orejas, tampoco sabemos cuantos gramos tiene que subir cada semana o con que alimento empezar después de los seis meses. El que sabe es el pediatra. Ha pasado años estudiando, cierto? Probablemente ha visto a cientos y miles de niños antes de ver al nuestro y tiene experiencia. Así es. Pero nuestro dios salvador es un ser humano como nosotras también. Trabaja 50-60 horas a la semana, llega a su casa agotado, tiene una familia y responsabilidades como todos los demás. Muchas veces no tiene tiempo para ponerse al día con todos los estudios científicos que conciernan la pediatría (y son cientos de estudios que se hacen en el mundo). Otras veces, esta cansado el también, estresado, con problemas, en fin, es un ser humano limitado como cualquiera. Su día tiene 24 horas, igual que el nuestro. A nosotras las madres nos gustaría que fuera mas como Superman: inagotable y siempre eficaz, listo para salvar el mundo (nuestro bebe) en cada segundo.
Pero cuando bajamos al pediatra de su pedestal de superheroe y miramos mas allá de su bata blanca, vemos un ser humano y no un dios omnisciente. Si miramos mejor y con mas atención, si en vez de responderle siempre con un “si” sumiso, empezamos a preguntarle “por que?”, nos damos cuenta de que Superman también se puede equivocar, de que es imposible que este informado sobre todos los últimos descubrimientos científicos en torno a la lactancia, crianza, nutrición, salud y tantos otros temas. Superman no puede ser doctor, experto nutricionista, experto en crianza, experto en todo a la vez.
Por que entonces le otorgamos este poder? Por que nuestras expectativas son tan altas? Que pasa cuando este poder tiene efectos negativos? Cuando renunciamos a amamantar porque el pediatra dijo que nuestra leche es aguada y no nutre, cuando nos prescriben vitaminas sintéticas sin haber pedido ningún examen o peor, una radiografía, cuando nos amenazan que ponemos en riesgo la vida de nuestros hijos si no queremos vacunarlos sin hablar nunca de los posibles efectos secundarios de las vacunas, cuando nos recomiendan empezar con comida complementaria antes de los seis meses y un sin fin de otras recomendaciones que la ciencia actual contradice claramente o por lo menos pone en duda?
Bueno, pasa que sufrimos mucho y lo peor de todo es que nuestros bebes sufren aun mas. Por todas las buenas intenciones que tuvimos en llevarlos a este pediatra, por todo el cuidado y todas las noches que pasamos sin dormir por preocupación, nuestros bebes sufren aun mas...
Y vuelvo a preguntar(me): por que entonces le otorgamos este poder? Porque nosotras no tenemos ni la experiencia ni los estudios médicos. Porque tenemos miedo por la vida de nuestro bebe. Porque al primer resfrío la familia nos presiona en ir rápido al doctor. Porque no sabemos como curar un dolor de guata, una neumonía o una otitis. Porque tenemos confianza de que el doctor tiene respuestas a nuestras dudas maternales. Porque es mas fácil pagar para esta respuesta en vez de buscarla solas. Porque a veces, aun si buscamos la respuesta, no sabemos si es buena o no.
Y que tenemos nosotras? Como podríamos proteger a nuestros bebes en estas circunstancias? Como podríamos saber con exactitud cuando es absolutamente necesario llevar nuestros niños al doctor, y cuando vale mas quedarse tranquilas en casa y esperar que la fiebre baje?

Tenemos las mejores herramientas. Información. Responsabilidad. Asumir. Activarse. Salir de la pasividad. Vivimos en tiempos históricos, vivimos la revolución de la libre circulación de la información, vivimos en tiempos como nunca antes, cuando las mujeres tenemos acceso a todo tipo de educación. Cada vez que me acuerdo de todo esto, me pongo eufórica y feliz. Que suerte, que suerte tremenda que tengo de poder en un solo click, tener respuestas a mis preguntas y ademas en varios idiomas. El internet significa toma de poder. Abro google y ya no soy una espectadora pasiva, soy la que busca, que aprende, que cuestiona. Tomo poder y responsabilidad para mi y mi familia. Abro los ojos y en vez de aceptar ciegamente la prescripción del medico, le pregunto: Por que esto? Y por que otro? Que evidencia tiene? Hay otras alternativas?
Nos tenemos también una a otra. Hay cientos de blogs de madres que comparten sus experiencias en linea y que intercambian información, que crean amistades virtuales y redes de apoyo globales. Hoy en día puedo pedirle algún consejo u opinión a una madre rumana, norte-americana, francesa, española... Me siento acompañada, apoyada, comprendida por mujeres que viven las mismas experiencias e inquietudes que yo.
Gracias a todo esto, aprendí que el pediatra no tiene porque saber que comida darle primero a mi hija. Aprendí también que la fiebre es señal de que el cuerpo lucha contra la enfermedad y si esta dentro de ciertos limites, no hay para que salir corriendo al hospital. Que la experta en nutrición y lactancia soy yo, la que pasa cada día al lado de mi hija desde que nació y no un extraño que la ve cada cierto tiempo y que prescribe vitaminas no porque mi hija las necesite, pero para cumplir con la norma.
Aprendí a sentirme fuerte, a tener confianza en mi misma. Voy a la consulta con mi pediatra sin miedo. No le pido permiso ni para amamantar después del año, ni para introducirle plátano o zanahoria en la comida a mi hija. Tampoco le miento que hago una cosa, solo para que me deje tranquila. Esto es perder el poder nuevamente – no soy una niñita ignorante que se tiene que esconder, soy una mujer, una madre empoderada que tiene la responsabilidad de proteger a su hija. Al mentir, sigo perpetuando el mismo patrón del medico-dios, el que tiene siempre la ultima palabra aunque esta puede ser equivocada. Al mentirle, perpetuo el circulo vicioso de la ignorancia y hago daño a las madres y los niños que vienen después.
Entonces me informo y después busco el apoyo y la compaña de mi tribu de mujeres. Las dudas se conversan, se aclaran y así se toman decisiones adecuadas. Salgo de la cueva de la ignorancia, donde percibía solo unas sombras y voy en plena luz sin miedo para enfrentar la realidad, empoderada por mis conocimientos y el amor para mi hija.


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